Foto: La sombra del silencio |
En el olvido está el comienzo del recuerdo
* Prólogo a la edición de La sombra del silencio. Abril 2011
Todos los caminos son inciertos y sólo se tornan seguros cuando al fin hallan su deseada morada. El cobijo de la higuera, la sombra del nogal, la frescura del haya, la sobriedad y vetustez del roble se buscan siempre pero se saborean poco y tarde.
Recuerdo tu incipiente interés por penetrar en el sugerente mundo de la representación inteligible de las ideas, en el conocimiento del auténtico valor de las palabras, dentro y fuera de su contexto, en congregar el máximo saber en el mínimo tiempo y espacio. Tenías prisa por madurar, por llegar, por ofrecer tus sentimientos y vivencias, quizás de una manera alborotada, sin freno, “al aire”…
Ya has comprendido que hay que estructurar, sedimentar, “posar”… Esto llega con los años.
Nunca trates de explicar lo inexplicable, la poesía es un caballo suelto, pero no desbocado, sin rienda, que te ayudará a reconocer el camino, a apreciar la sombra del nogal, la frescura del haya, la protección del roble y, sobre todo, a encontrar el cobijo de la higuera; aquella higuera que tú y yo un día plantamos y sirvió para hermanarnos; ella está allí donde reina el entendimiento.
Todos los que se sienten bajo ella te habrán escuchado y enarbolarán la bandera de la libertad que da el saber y el espíritu limpio, lo que te permitirá volar como el águila, aplacar la sed del conocimiento y dormir en los brazos de la comprensión de aquellos que te quieren.
Con el placer del agradecimiento, un fuerte abrazo.
Ángel Palacio Muriedas. Abril, 2011.