Yo siento...

Yo siento…

Yo siento dentro de mí, y recuerdo, extraño.
¿Y si no?¿De qué nos sirve el recuerdo?
Maestro,
si no hay soledad,
yo recuerdo, yo siento
en las tardes de lluvia.
Y soy y existo,
y sé que aquí florecerá muy temprano
el camino de la sabiduría,
y aquí tengo los frutos casi maduros
de unos otoños que no han llegado todavía.
Y recuerdo que me asombraban
las miradas que dejabas caer
para contarnos un mundo.
Y aquí tengo un poco de ti,
un poco de todo.
Y aquí cuento.
Y aquí escribo
aquello que está escondido
en una mente que desconozco aún.
Pero existe el recuerdo,
Y esto es todo,
y cada vez que escribo
recuerdo y siento,
Maestro.

(C) Daniel Chiprian
La sombra del silencio
Voz: María García Esperón
Música: Yiruma
MMXI
Un silencio llamado Daniel Chiprian

Daniel Chiprian nació en Rumanía en 1991. 
A los 13 años emigró con su familia a España. 
Y cuatro años después, en 2008,  le nació un nuevo poeta a la lengua castellana. 
La sensibilidad de este joven rumano hizo explosión en español al leer a Bécquer, imaginamos que como parte del programa escolar. Para la mayoría de los estudiantes la literatura es un nombre en una tira de materias. Para Daniel es la vida.
La vida para Daniel es poesía. Porque siente intensamente cada una de sus aristas, escucha el rumor de cada hoja que cae, sufre la hondura metafísica de la mirada, experimenta el cosmos en la letra escrita. Daniel lee, ha leído. A Bécquer, dijimos. A Mihai Eminescu, a Aurelio González Ovies. Pero no sólo los ha leído, los ha vivido. Ha vivido a través de esas letras en donde se ha comprendido, se ha asimilado a ellas y desde esa patria de palabras,  tan intensa y tan antigua como su alma, ha compuesto poemas que toman el corazón por asalto, que asombran al silencio. Poemas que necesitamos para decir la nostalgia y para deletrear la mirada, para exigirle a la vida que  otorgue lo que ha prometido:

Esta tarde iré a buscarte
en lo más profundo del silencio,
porque me debes unas miradas, largas,
unas miradas que callan al viento,
unas miradas que mueren por descubrirte...

Madurez. Hondura. Intensidad. Hambre. Sed. Intensidad de nuevo. Amor. Melancolía. Veinte años de poeta. Un estudiante que inquiere, que busca el diálogo con sus maestros. Un ser humano que pregunta, que interpela a ese torrente que nos arrastra y rodea y que no podemos ver porque en él estamos inmersos y que se llama vida. Pero que podemos sentir y convertir ese sentimiento en palabra. En pregunta:

Yo siento dentro de mí, y recuerdo, extraño.
¿Y si no?¿De qué nos sirve el recuerdo?
Maestro,
si no hay soledad,
yo recuerdo, yo siento
en las tardes de lluvia.
Y soy y existo,
y sé que aquí florecerá muy temprano
el camino de la sabiduría,
y aquí tengo los frutos casi maduros
de unos otoños que no han llegado todavía.

¿Sabiduría? ¿Otoño? ¿Qué frutos otoñales persigue el poeta a los veinte años? ¿Maestro? ¿Qué maestro? ¿Quién tiene esas respuestas?
Solamente el silencio.
Un silencio llamado Daniel Chiprian.

María García Esperón




El conocimiento de la poesía


El conocimiento de la poesía

* Prólogo a la edición de La sombra del silencio, abril 2011.

Entre los alumnos que entraron en el curso 2004/2005, me llamó la atención un niño rumano rubio, menudo, pecoso y sonriente, con una inquietud y un nerviosismo evidentes. Cuando hablaba, todas las palabras brotaban rápidas, desordenadas, atropelladas y, en algunas ocasiones, ininteligibles. Pasaron los cursos, Daniel, totalmente integrado, mejoró la expresión y, sorprendentemente, descubrió la poesía. Lo hizo a través de las clases de Lengua, de la Biblioteca, del amor y de la lectura y comenzó a componer poemas partiendo de su propio sentimiento e inspirado en un gran poeta rumano, Mihai Eminescu, en Bécquer y Neruda.
Un día conoció en profundidad a Bécquer. No olvidaré el momento en que al leer y analizar la Rima I su cara se iluminó; por fin había descubierto la esencia de la poesía, ese “himno gigante y extraño” que todos tenemos dentro, pero que no todos sabemos exteriorizar porque apenas hay palabras para expresarlo. Entonces comprendió que él tenía el don del poeta, él sí podía decir con palabras hermosas todo lo que le surgía del alma.
Este poemario es el testimonio de su inquietud lírica, el resultado de una búsqueda de formas y de belleza. Su poesía es sentimiento, intensidad abstracta que muestra al lector todo su abismo del alma. Los temas del amor, la madre, el recuerdo de un ser querido, su tierra, la muerte, están tratados con una profundidad y madurez impropias de su edad, llenos de fuerza y con muchos aciertos formales.
No puedo acabar estas líneas sin expresar mi agradecimiento. Profesionalmente, porque contadas veces se transmite emoción y entusiasmo en el aula, y concretamente al tratar la poesía, y con Daniel me ha ocurrido. Personalmente, porque en un momento crítico de mi vida, consiguió con la poesía “No lloréis” pacificar mi ánimo.
Daniel, aunque tu obra es muy buena, no olvides que acabas de empezar y el camino puede resultar arduo, pero persevera y piensa que el triunfo también está en uno mismo. Mucha suerte.

Carmen Gómez Espí. Abril, 2011.


En el olvido está el comienzo del recuerdo
Foto: La sombra del silencio




En el olvido está el comienzo del recuerdo

* Prólogo a la edición de La sombra del silencio. Abril 2011

Todos los caminos son inciertos y sólo se tornan seguros cuando al fin hallan su deseada morada. El cobijo de la higuera, la sombra del nogal, la frescura del haya, la sobriedad y vetustez del roble se buscan siempre pero se saborean poco y tarde.
Recuerdo tu incipiente interés por penetrar en el sugerente mundo de la representación inteligible de las ideas, en el conocimiento del auténtico valor de las palabras, dentro y fuera de su contexto, en congregar el máximo saber en el mínimo tiempo y espacio. Tenías prisa por madurar, por llegar, por ofrecer tus sentimientos y vivencias, quizás de una manera alborotada, sin freno, “al aire”…
Ya has comprendido que hay que estructurar, sedimentar, “posar”… Esto llega con los años.
Nunca trates de explicar lo inexplicable, la poesía es un caballo suelto, pero no desbocado, sin rienda, que te ayudará a reconocer el camino, a apreciar la sombra del nogal, la frescura del haya, la protección del roble y, sobre todo, a encontrar el cobijo de la higuera; aquella higuera que tú y yo un día plantamos y sirvió para hermanarnos; ella está allí donde reina el entendimiento.
Todos los que se sienten bajo ella te habrán escuchado y enarbolarán la bandera de la libertad que da el saber y el espíritu limpio, lo que te permitirá volar como el águila, aplacar la sed del conocimiento y dormir en los brazos de la comprensión de aquellos que te quieren.

Con el placer del agradecimiento, un fuerte abrazo.

Ángel Palacio Muriedas. Abril, 2011.
Esta tarde

Esta tarde iré a buscarte,
en lo más profundo del silencio,
porque me debes unas miradas,largas,
unas miradas que callan al viento,
unas miradas que mueren por descubrirte,
Esta tarde oscura y negra, llena de recuerdos
que traen mis manos del pasado,
iré a buscarte y te llevare conmigo
antes de que caiga el rocío sobre nuestros nombres,
antes de que nos alcance el alba,...


Esta tarde podría llorar y mirar al cielo
y decirme a mi mismo
Que no, que no estás en mi camino,
Que no, que mis manos están casadas
de abrazar lo que nunca tuve
en mis brazos,...


Prometo que esta tarde he recuperado la esperanza
porque sigo oyendo aquella voz
que me llama de lo más lejano,..
de lo más lejano,
de mi mundo,
de mi sitio.

(C) Daniel Chiprian
Voz: María García Esperón
Música: Yiruma
MMXI
No lloréis

No lloréis,
No lloréis porque no me he ido para siempre,
volveré con las madreselvas de Bécquer
y con el silencio de Neruda.
No lloréis porque permaneceré
en vuestros ojos cansados por las lágrimas de polvo.
Permaneceré en vuestras mentes y por la mañana
os alumbraré los ojos para que podáis ver el alba triste.
No lloréis,miradme,sigo siendo el mismo hombre
aunque un poco más cansado que ayer.
Miradme y os contaré el secreto que nos hace felices
y tristes al mismo tiempo.
Si...os contare el secreto de este mundo
donde los hombres son iguales
y las esposas ya no esperan a los maridos regresar,
aferradas a una sombra.
No lloréis, miradme, porque he visto el mundo
desde su altura,y soy muy feliz, porque sois unas luces vivas,
Prometo que estaré todas las noches,todas las mañanas
y os vendré a recoger para ver juntos la poca distancia
que nos separa.

No lloréis porque permaneceré siempre
en vuestra mente cansada.

(C) Daniel Chiprian
Voz: María García Esperón
Música: Yiruma
MMXI
Sabe a eterno

Esta noche intenté recordarte
pura, limpia y sin pecado de este mundo,
con la luz que brillaba en tus ojos,
aquellos que un día me sabían a lo eterno...
Con todo lo que eras...
Pero hoy no puedo...
Porque tu recuerdo me sabe
a abandono oscuro y frío
envuelto entre las sabanas de la melancolía.
Porque hoy ya no eres como aquella flor
que no marchita...
Pero, sobre todo, porque hoy
ya no eres aquella, la de siempre...



(C) Daniel Chiprian
La sombra del silencio
Voz
María García Esperón
Música: Nightnoise
MMXI
El soñador

(A ti, a quién si no)

Diles que les estuve esperando
muchos inviernos, muchos otoños, muchos
[ veranos...
Diles que nadie quería perdonar al soñador
y nada valía la pena un momento aquellos días.
Diles que hubo alguien que esperó su llegada
aunque fuese tarde, tan tarde...
Diles que se ha muerto su inocencia
y nunca, nunca volverán a recuperarla
porque abandonaron su promesa fríamente.
Diles que el último mensaje se pierde en la
arena del tiempo y no pudieron reconocer
la quebrada voz.
Diles que mi mirada ha envejecido
como el viento en los molinos,
como tú, como la tierra.



(C) Daniel Chiprian
La sombra del silencio
Voz: María García Esperón
2011
La fidelidad, tu camino

La fidelidad, tu camino

*Prólogo a la primera edición de La sombra del silencio, abril 2011

Daniel Chiprian es un amigo al que aprecio por su sensibilidad, por su interés por lo que ocurre a su alrededor y, sobre todo, por su sencillez, su humildad y su fidelidad. Rasgos estos que no son muy apreciados hoy en día y que lo encumbran por encima de la gente de su edad. Si a eso añadimos su interés por la literatura, por la poesía en concreto, tendremos a un joven distinto a los demás. Lo distinto no es apreciado, nunca lo ha sido. Ha habido tantos locos en el mundo de la Literatura que han resultado ser visionarios que uno más no iba a notarse, y menos en los tiempos que corren en que lo único importante es la fama momentánea sin pensar qué será de nosotros en unos días. Lo necesario hoy son virtudes como las que he reflejado en Daniel.
Han influido en su poesía el contacto directo con la Naturaleza, el destino, la incertidumbre, la nostalgia, el amor y la muerte; temas que ha encontrado en sí mismo y en el conocimiento de los poetas de la tierra (Eminescu, Bécquer, Neruda, Miguel Hernández, Ángel González y Aurelio González Ovies, entre otros).
Un poeta amigo, al que considero uno de mis maestros de vida, dijo “aunque nada puede detenerse, he sido tan feliz que es suficiente”. Yo no sabría cómo expresar mejor, y tú lo sabes, Dani, lo feliz que me hace ver que tu sueño, tu libro, sale a la luz, “esa luz tan breve” que nos une y nos envuelve en el mundo al que solo acceden los elegidos por la propia poesía.
Que el valor de la palabra te acompañe siempre, amigo (filial, fiel, fidelidad). Nunca olvidaré cómo conocí al poeta alumbrado por la gracia, Mihai Eminescu, ni a quien fue mi guía en ese descubrimiento —como Dante se dejó guiar por Virgilio— y su ayuda incondicional en los momentos más difíciles, como han hecho desde siempre los espíritus nobles. No podía faltar esto. Se cierra el círculo. Esto es poesía.
Gracias por tu intensidad y tus ganas de vivir, tan contagiosas; por permitir que veamos cada día a través de ese espejo la luz del sol y los reflejos del mar, emblemas de la sensibilidad que hay en ti. Gracias también porque en esos momentos difíciles has aparecido siempre, como quien sabe que los amigos necesitan de tus palabras, de tu energía. Tampoco olvidaré, como Carmen, lo que me ayudó, cuando todo se derrumbaba a mi alrededor, tu poema “Nuestra inmensidad”. Siempre el aliento de los poetas cuando el hombre está triste, siempre queda la palabra.
El cariño y la amistad no son nunca efímeros. Quienes “te hemos conocido de verdad” nunca dejaremos de sentirte cerca, pase lo que pase. Y en los momentos difíciles, tu palabra y “la estrella del firmamento” siempre estarán ahí, cerca. No dejes de soñar, aunque te culpen y no te perdonen nunca. Nuestro “himno” nunca envejecerá. Siempre adelante.

Alejandro Fernández González. Abril 2011.